8 dic 2011

Renegando un poco...

Tenía ganas de hincarle el colmillo al nacionalismo, pero no sabía muy bien cómo enfocar un artículo que muy probablemente sólo fuesen a leer aquellos que piensan como yo, así que lo he ido demorando hasta que hace no mucho, en una discusión sobre el gran aporte cultural que supone para un niño gallego conocer los ríos Douro e Texo,  el paso de Despeñacans, o saber lo que es un xeonllo, o un carallo, se insinuó que renegaba de Galicia.
Es curioso que los que más daño están haciendo a mi tierra se crean más “galegos” que el resto.

Pues bien, no reniego de Galicia. Me encanta mi tierra y no pierdo oportunidad para promocionarla, pero si de renegar se trata… aquí algunos ejemplos:

Reniego de los que adoctrinan en los colegios vanagloriándose de nuestro gran pasado celta. Breoganes, relativicen. Mientras en Galicia estábamos a machetazo limpio y viviendo en castros, en Egipto ya hacía 2000 años que habían construido las pirámides (aún no se sabe bien cómo, por cierto) y en Atenas y Roma tenían democracias. Reales. Ya…

Reniego de los que separan en lugar de unir, del gran negocio del nacionalismo trincón, que  apoyándose en un supuesto hecho diferencial nos cargan con sus caprichos innecesarios que relegan a Galicia a un segundo plano, tanto en lo económico como en lo cultural.

Reniego del corro de sanguijuelas y rémoras que viven alrededor de este gran negocio, de los  libros de “lectura obligatoria” de Manuel Rivas y su séquito, de los contacontos subvencionados por la Xunta, de las ayudas por ponerle a tu hijo un nombre gallego, poner la lápida en gallego (lo de los muertos últimamente nos encanta) y el largo etcétera de despropósitos galeguistas.

Reniego de los traductores del senado, de las duplicidades absurdas en toda la documentación publica y del gasto económico que éstas suponen. Reniego de la telegaita y los 3000 millones de euros en televisiones autonómicas, que además de prostituir el gallego no hacen otra cosa que promover la estrechez de miras y la chabacanería (Por lo menos Telecinco no lo hace con mis impuestos).

Reniego de los 6.000 millones de euros que nos cuestan las lenguas autonómicas. Una lengua es algo vivo, y los dueños de ésta son los que la hablan, no una academia de locos fanáticos con ganas de revancha histórica que se empeñan en inventársela.

¡Reniego de las autonomías! Sí, sí, de las autonomías, que nos cuestan otros 25.000 millones a todos y lo único que consiguen es crear diferencias entre los españoles, cuando se supone que nuestros impuestos deben reducirlas, duplicar documentación y gastos, y crean un sistema más desigual e ineficiente.

Reniego de los que promueven una tierra que rechaza en sus hospitales, sus universidades, sus colegios y sus administraciones a los mejores profesionales sólo porque no “Falan”.

Reniego también de los que les están quitando a todos los chavales gallegos la posibilidad de salir de su aldea. Porque sí, ¡lo estáis consiguiendo!, cada vez hay más gente en Galicia que no sabe hablar Español. Para qué hablar del inglés, ¿verdad?

Reniego de la moda pueblerina, probablemente importada de Cataluña, de hablar en gallego a nuestros turistas. Después comentaréis que España nos da la espalda, que en Madrid hay mucha gallegofobia. ¿A nadie le suena esta cantinela?

Reniego de los que construyen muros en lugar de eliminarlos, de los endogámicos, excluyentes y sectarios y de sus verdades universales. De aquellos a los que no les importa el atraso y el despilfarro de tener 17 sistemas fiscales distintos mientras ellos puedan trincar a gusto, o 17 planes educativos mientras puedan reescribir la historia a la carta, o 17 sistemas sanitarios, mientras el director de cada hospitalucho de pueblo pueda tener su chófer.

Reniego por último, de aquellos políticos, que como Alberto Nuñez Feijoo en Galicia, después de haber probado las mieles del nacionalismo no ha dudado en incumplir las promesas electorales que sobre todo en materia lingüística, le han llevado al gobierno.

Señores, no reniego de Galicia. ¡Me encanta mi tierra!,¡Reniego de ustedes, que son los que se la están cargando!

1 nov 2011

Hazte Sostenible

Que no estamos haciendo las cosas bien parece algo evidente. Parece que muchos estamos de acuerdo en que algo falla, pero ¿Tenemos derecho a quejarnos? ¿Somos coherentes? ¿Qué es lo que falla? 


Salimos a la calle después de 8 años viviendo en nuestra burbujita y dando la espalda a la realidad, y lo primero que se nos ocurre es culpar a otros: 
“¡Nos han vendido una moto que no anda!”… y usted, ¿se ha informado como es debido? Consulta la prensa libre, ¿o come el pienso que le dan en la televisiones que todos conocemos?
“¡Nos ha llevado a esta crisis económica!” ¿Quién? ¿Los que se empeñaban en negarla, y aun así les votó? ¿Quién tiene la culpa? Podemos salir a la calle como locos culpando a Botín, pero… y sus ahorros... ¿están en el Santander o en un banco ético?

En España se nos llena la boca con eslóganes un tanto demagógicos que parecen clamar al cielo y echar la culpa a otros sin saber muy bien contra quién o qué protestamos. 


Pues yo creo que las cosas no son así, pienso que los responsables de haber llegado a esta crisis somos nosotros, los ciudadanos, y hasta que no nos demos cuenta no avanzaremos.
Creo además que sí hay solución, que es posible (no hay más que echar un ojo a otros países) y tiene más que ver con asumir nuestra parte de responsabilidad y actuar en consecuencia que con echarle la culpa a nuestros fantasmas los ricos, los empresarios, los capitales o los mercados. 


Es cierto que los bancos y cajas se centran en su crecimiento dejando de lado muchas veces el trato al cliente o su función de canalizar el ahorro en inversión, y se nos llena la boca criticándoles. Nos rasgamos las vestiduras cuando vemos que un banco financia a un gran equipo de fútbol o a una constructora y nos indignamos  cuando no le da un crédito al emprendedor. No nos damos cuenta que probablemente una parte de ese crédito se financie con nuestro dinero.


Es verdad, las grandes empresas regularizan, ajustan plantillas con ERES y despidos masivos y anteponen a menudo sus resultados financieros a las buenas prácticas, y nos quejamos de los contratos basura de algunas grandes empresas, pero ¿hace cuánto que no compra en la carnicería, pescadería o frutería de su barrio? Nos llevamos las manos a la cabeza porque los “chinos” están acabando con la economía y empresas españolas, pero, ¿acaso no consumimos nosotros sus productos?


Las cumbres internacionales sobre medio ambiente parecen fracasar una tras otra. Los acuerdos en cotas de reducción de contaminación, emisiones o reciclaje avanzan de forma muy lenta y nos lamentamos de que no se llegue a ninguna resolución pero, ¿Podemos exigir acciones a los gobiernos o inversiones de miles de millones a las empresas si nosotros no estamos dispuestos a gastar un pequeño diferencial en una compra más sostenible o molestarnos en reciclar?


Ante estas situaciones lo más fácil es atacar a las grandes empresas y bancos, como si fuesen el enemigo, como si fuesen entes que nos chupan la sangre y viven en una esfera superior a la que nosotros como ciudadanos no podemos acceder. No pensamos, sin embargo, que puede que la culpa de que hayamos llegado a esta situación es nuestra. Del ciudadano de a pie. De la falta de principios, de valores. Del todo vale. Del eso no va conmigo y del desinterés.

Por todo esto me he animado a aportar mi granito de arena con Antonio Carbajales. El cambio sí es posible, y de hecho es una realidad en muchos países, por ello hemos creado www.haztesostenible.com Es hora de involucrarnos un poco más, dejar de echar balones fuera, informarnos y actuar en consecuencia. 


Espero que disfruten del portal.







21 oct 2011

MOVEMBER

Changing the face of Men´s  Health

Movember, acrónimo de las palabras Moustache y November, es un evento anual de un mes de duración que como habrán podido adivinar tiene lugar el penúltimo mes del año.

Los orígenes de Movember se remontan a 1999, en Australia, donde un grupo de hombres en un pub, (estas cosas sólo pueden pasar con una cerveza en la mano) tuvo la idea de dejarse crecer bigote durante un mes para que la gente se uniese a lo largo del país recaudando dinero con distintos fines benéficos.

Cuando Seven nightly News dio a conocer la noticia ese mismo año, eran 80 los hombres que formaban parte de este movimiento. Pronto personalidades de todos los ámbitos se unieron a la iniciativa y hoy ya somos más de un millón de Mo Bros y la recaudación asciende a 106 millones de libras.

Las instituciones merecedoras de los fondos han ido cambiando con los años, a día de hoy la Movember Foundation apoya
con sus fondos a The Prostat Cancer Charity y al Institute od Cancer Research principalmente.

Este movimiento u organización está muy ligado al rugby, y no es raro ver  (el campeonato del mundo suele terminar en estas fechas) a muchos jugadores mostrando orgullosos sus bigotes.
 Ya conocía Movember, pero aquí en Inglaterra con todo mucho más organizado, he decidido apuntarme al Mo´vimiento.

Me gusta la organización de Movember. Creo que la caridad es necesaria y nos hace más humanos, pero también pienso que la empresa es más eficiente, y me gusta la vocación empresarial de la organización.Tiene patrocinadores (HR Sauce,Wilkinson, Tomms, Old Spice, Snickers..), organiza eventos, como el premio al major bigote o los Mo´scars, vende merchandising.. 

Por otra parte, siendo el fin de la recaudación algo tan serio como es el cáncer de próstata, no intenta llegar al público dando penita, con mensajes solemnes, hurgando en nuestras conciencias o haciendo sentir culpable a la gente. Lo hace de una forma mucho más alegre y efectiva: A través del buen humor, riéndonos de nosotros mismos.

¡Disfrutemos orgullosos de nuestra masculinidad!
Seguramente mi ridículo bigote le arranque una sonrisa, pero en ese caso…  ¡sea coherente caballero! ¡Haga su donación!

Para los paisanos: http://es.movember.com/
Para los exiliados: http://uk.movember.com/


3 ago 2011

Cuestión de expectativas

En materia económica, como en otras muchas plazas, casi todo es cuestión de expectativas. Nos importa el presente, pero cuando pensamos donde invertir los ahorrillos, si cambiar el coche o esperar, si hacer una escapadita o guardarnos los dineros, sin duda miramos hacia adelante.
Esta manera de proceder debería ser la normal -la lógica- pero, por desgracia, en España no es la habitual. El problema es que vivimos en un estado absolutamente paternalista y empezamos a sufrir las consecuencias. Hemos asimilado tan bien que papá estado estará siempre para sacarnos las castañas del fuego que aquí nadie se ha preocupado de pensar en el futuro antes de tomar sus decisiones económicas.
El inconveniente que tiene vivir en un país como el nuestro, donde nos dicen que llenemos el depósito del coche en invierno, que bebamos agüita en verano, que no nos alejemos de la orilla que hay bandera amarilla oscura casi naranjita, que no fumemos, que no tomemos hamburguesas, o los modelos de familia que debemos y no debemos respetar, es que seguimos esperando a que venga papa estado a sacarnos de la crisis.
Las cajas con sus rescates, las comunidades autónomas podridas de deuda (los últimos datos indican que José María Barreda dejó una deuda en Castilla la Mancha de 2.606.000.000 euros), los bancos que han endosado créditos a diestro y siniestro no pueden cobrarlos, y los particulares -que se dicen estafados- quieren zanjar sus adeudos con el banco solo con la entrega de un piso comprado de forma irresponsable. Cada uno arrima el ascua a su sardina como buenamente puede pero absolutamente nadie asume las consecuencias de sus actos.
Aparte de todas las medidas económicas que deberían haberse tomado ante esta crisis y durante la misma, quizá lo más importante para empezar a levantar cabeza sea asumir la que está cayendo, pues alguno parece no haberse dado cuenta.
Dejando a un lado la atrofia colectiva, la infantilización de la sociedad, el conformismo y la falta absoluta de cualquier atisbo de competitividad, aspiraciones, o ganas de progreso, el problema más grave que acarrea el modelo de estado sobreprotector es la elusión de cualquier responsabilidad: aquí no pasa nada, ya vendrá el estado -bien sea a pagar un rescate, a zanjarme la hipoteca con la entrega del piso, o a vender deuda a precios desorbitados para que el españolito medio pague mis despilfarros, con los que ,además, me he hecho de oro a golpe de concesión-.
En mi opinión, la forma de salir de la crisis y, sobre todo, de no tropezar tan fácilmente con la siguiente pasa inevitablemente por que cada uno asuma con la mayor contundencia posible las consecuencias de sus acciones. El ciudadano de a pie debe ser consciente de cuál coche puede comprarse y cuál no, de qué piso puede asumir y de cuándo puede irse de vacaciones a Punta Cana; independientemente de que el banco le preste o no le preste el dinero necesario para ello. “Es que el banco me prestaba el dinero”. Ante este argumento dignísimo del niño en que nos ha convertido la sobreprotección estatal no hay otra respuesta que: “y si el banco te dice que te tires a un pozo, ¿te tiras?”.
Los bancos y cajas no deberían ser objeto de ningún rescate ni se debería impedir su quiebra. Juguemos al capitalismo, pero tanto en las duras como en las maduras. Si un banco quiebra que sus directivos paguen por ello entre rejas. De modo que al próximo que, sentadito en su despacho miarrau miau miau miau miau, le entren ganas de prestarle 100 milloncejos al promotor de turno, tal vez se le quiten  viendo a su predecesor en el caldero.
Y por último, políticos, los reyes de mambo. Presidentes y gobiernos que niegan crisis evidentes, endeudan a sus ciudadanos, destrozan familias, y hunden en la miseria países tan prósperos como el nuestro
¡En fin! Si estuviésemos en el Siglo XVIII, o si yo fuese un conocido novelista y articulista al que leo con devoción, me podría permitir terminar el artículo con un: "Faltan guillotinas en este país para tanto hijo de puta"; como no lo soy, me conformaré con un: es una pena que en este país no exijamos unos mínimos culturales a los políticos.

17 jun 2011

"Los Empresarios"

Dedico esta entrada al tan manido colectivo de “los empresarios”, el que más rabia me da, ¡el mismísimo demonio! Pero los empresarios en este país no llevan smoking ni puro, ni beben güisqui.

En España en 2008, según datos del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio (y me remonto a esta fecha para no tomar datos desnaturalizados por la crisis en el sector real), la PYME representaba el 99,86% del censo empresarial.

El empresario español no es que no fume puros, sino que lo que intenta es precisamente no fumárselos. Vivir sin fines de semana y en muchos casos sin apenas vacaciones, tener dos y tres tarjetas de crédito para pagar cuando los acreedores no pagan, el jugarte tu dinero para ganarte la vida, crear empleo y, además, pagar los caprichos de todo tipo de chupópteros a los que se les llena la boca con eslóganes baratos es, entre otras cosas, a lo que se enfrentan en España los tan mal valorados emprendedores. Está mal visto ganar dinero y `tirar pa´lante´. Es lo que tiene vivir en un país en el que sólo la envidia supera al fútbol como deporte nacional.

Como he dicho, el tejido empresarial español está compuesto mayoritariamente por PYMES. Este dato por sí mismo es un argumento suficientemente contundente para romper una lanza en favor de los emprendedores, ante a aquellos que quieren demonizarlos. El pequeño empresario es el que realmente lo pasa mal cuando tiene que dar una vuelta de tuerca a los sueldos, echar a alguien a la calle o incluso cerrar. Los sindicatos son los que se reparten los ERES de las grandes empresas.

El porcentaje de PYMES en España es tan alto por tres razones:

La primera es la falta de espíritu emprendedor. La pauta de comportamiento a seguir -con una de las tasas más altas de funcionarios y políticos del mundo- no es, precisamente, la de coger tus ahorrillos y montar una empresa, sino la del chollo de por vida, la poltrona y los cuatro o cinco cafés a lo largo de la mañana.

El segundo motivo es lo poco atractivo que resulta nuestro país a los inversores extranjeros. Sí, al “capital”. Esta apatía está motivada por nuestro mercado de trabajo oxidado y muy poco flexible. En él, son los sindicatos -en representación de una inmensa minoría de trabajadores- los que blindando a los ya que ya tienen empleo  e hipotecando a los gobiernos de turno a golpe de chantaje, anquilosan el mercado laboral.

Por último, un país tan rico y con tantas posibilidades como el nuestro termina de espantar al posible inversor, -¡sí, a los que vienen a darnos trabajo!- con 17 reinos de taifas, cada uno con su dialecto, y como no podía ser de otra forma su legislación y mini sistema fiscal.

Las consecuencias que acarrea este déficit de grandes empresas, aparte de generar un vacío enorme en un sector en el que podrían estar trabajando muchos españoles, son muy negativas. Así, otro de los efectos directos de la ausencia de este tipo de empresas es la pérdida de productividad. Son éstas, en colaboración con las universidades y demás centros de formación, las que encabezan el sector de la investigación en la mayor parte de los países, y no (aunque también, no se me enfade algún amigo) los gobiernos ni las universidades de forma individual. Recordemos que ninguna universidad española está entre las 100 mejores del mundo.

En España, dónde a la “I+D” hemos tenido que añadirle una “i” adicional para meter en el coladero de la “innovación” hasta la compra de sistemas informáticos por parte de algunas empresas, no necesitamos muchos más argumentos para ver la falta que nos hacen “los empresarios”.

Querido lector, podrá usted seguir diciendo que la culpa es de los empresarios (si es que es de los que opinan eso), pero si ha llegado hasta aquí y se ha enterado de algo, ahora, al menos, lo hará sabiendo que miente. 

16 jun 2011

Contra la demagogia...


La frase más célebre de Paul Joseph Goebbels, ministro de propaganda de la Alemania nacional-socialista también conocido como “el evangelista”,  reza que una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad. Y no le falta razón.


En nuestro país la política muere en la época estival, pero alguno parece estar tramando ya los eslóganes que tratará de convertir en verdades absolutas cuando retomemos el curso político en septiembre. Desde mi humilde blog intentaré ofrecer una visión crítica de algunos de los que van cuajando antes de que adquieran la categoría de dogmas de fe.

El “capital” es el buque insignia de los eslóganes para cualquier victimilla que se precie. A alguno desde luego se le llena la boca. Me recuerda a la desgastada frase: “No hay valores”. Palabras vacías capaces de mover masas.

El término “capital” suele ir acompañado de conceptos como “los mercados”; algo horrible, no se sabe muy bien qué. Los mercados son como el humo de Lost, ¡o algo todavía peor!, pero que, desde luego, nada tiene que ver con la vida real.

También están “el poder” y “los empresarios”. El poder no es ZP. No puede serlo, pues él es (o se supone) de izquierdas. Aznar sí; ese sí que era “el poder”. Por su parte, los empresarios son unos seres oscuros ataviados con puro y güisqui que gozan de derecho de pernada y van a la ópera en coche de caballos… más o menos.

Sin justificar la falta de escrúpulos de algunas empresas y fortunas, de SICAVS y de demás Vampiros del ámbito privado, -doy un respiro esta vez a políticos y funcionarios -, intentaré tanto desmontar, desde el punto de vista económico, el victimismo de los que se aferran a los eslóganes mencionados, como arrojar un poco de luz sobre estos términos tan desvirtuados.

Respecto al “capital”, no seré yo quien defienda la penosa conducta de bancos y cajas en nuestro país y menos en el extranjero, pero si no están de acuerdo con sus prácticas, en lugar de quejarse, pueden coger su dinero y probar suerte con la banca ética.

 A ver si empezamos a cambiar… “el sistema”.



27 may 2011

Spanish Revolution II

Son muchos y muy variados los indicadores del desarrollo: desde la altura de la población o la esperanza de vida  hasta la velocidad de internet o el precio de la telefonía móvil, pasando por un abanico amplísimo de ejemplos relacionados con todo tipo de temas.


El grado de “civilización” de una sociedad se torna, sin embargo, un tanto más difícil de mesurar. Para algunos la elección del primer presidente negro por parte de los Estados Unidos de América es un claro ejemplo de esto; otros lo encuentran en la entereza de la sociedad japonesa ante el terremoto y posterior tsunami que ha azotado su país no hace mucho; y, a tenor de los últimos acontecimientos, más de una voz se ha alzado señalando la acampada de Sol como una  lección de civilización por parte de los españoles.


En mi opinión, una sociedad es o está tanto más civilizada cuanto mayor sea el número de instituciones entre el Estado y la persona, es decir, cuanto mejor se organicen sus ciudadanos al margen de papá Estado. A medida que el número de instituciones aumente, consecuencia por supuesto del mayor interés de los ciudadanos por su entorno,  menor será y más controlado estará el papel del Estado, pues son los propios ciudadanos, juntos y organizados, los que consiguen llegar donde el individuo por sí solo no alcanza, liberando, así, al Estado de ciertas tareas y al ciudadano de la carga fiscal derivada de éstas.


Las recientes acampadas y protestas llegan tarde. Más de un personaje público al que admiro y respeto ha  apoyado fervientemente estas revueltas, señalándolas como ejemplo y animando a la población a "resistir". No comparto su opinión. Extraigo una conclusión positiva de los recientes acontecimientos, pero es sólo el primer paso: no son las formas, ni es el momento y mucho menos el lugar, y por todo lo expuesto en el artículo anterior, pienso también que no sólo son el fruto de una España harta y humillada, sino también de una España desinformada que vive de espaldas a la política y por lo tanto a su país.


“Esta concentración no es política, sino social”, decía alguno. Quizá sea cierto, pero ello no significa que sea bueno. Pedir una vivienda digna o un trabajo es como bailar la danza de la lluvia. El proceso es más lento que eso; una carrera de fondo.


En un país donde el periódico más leído es Marca, -sin que yo tenga nada en contra de Marca-, no podemos pretender cambiar todo de la noche a la mañana. Salir a una plaza como ciervos en berrea está muy bien; es sin duda el primer paso y un toque de atención: ¡Ya está bien! Pero no es suficiente.

Se ha despertado un país absolutamente dormido y sin el menor interés por la política, y ha pasado del todo a la nada en apenas tres días. Señores, llevamos ocho años hundiéndonos lenta y progresivamente, si es que alguna vez conseguimos reflotar, y aquí nadie ha dicho esta boca es mía.


Debemos tener a nuestros políticos en jaque todo el año. Espero que esta sea la semillita que haga crecer el interés de España por sí misma. De no ser así, habrá quedado todo en agua de borrajas. 


20 may 2011

"Spanish Revolution"

Me equivoqué. Puede que a alguno le sorprenda, pero no tengo problema en reconocerlo abiertamente. Lo que en primer término en mi opinión parecía otra artimaña más de los siempre (ceja, SGAE, sindicatos, y demás colectivos a merced del gobierno), parece que no esconde nada más que el movimiento antisistema que se asentó en un principio en sol, en todo caso Izquierda Unida, seguido eso sí, por miles de personas de todas las ideologías hasta el día de hoy.

Todo indica que efectivamente lo que se conoce como Spanish Revolution no es más que el fruto de la indignación de miles de personas que se han echado a la calle con el detonante común de los primeros antisistema que acamparon en la plaza mayor.

El problema, pues está siendo un problema, estriba en mi opinión en que los derechos llevan aparejados deberes, esto significa, para pedir, exigir, hay que ofrecer, dar. Esto no es Libia, ni Egipto.

En España hay herramientas democráticas de sobra para organizar una protesta, sea una huelga, una manifestación, una sentada o una recolección de firmas. Y el estado establece unas normas para así hacerlo. Lamento que los que reivindican una nueva democracia no sepan respetar ni utilizar la que tienen. Y ahora no me refiero sólo a los que llevan la voz cantante, aunque no haya ni un líder ni portavoz, sino a  los que a día de hoy siguen en la plaza.

Me remito a mi artículo anterior, escrito hace un mes, para aquellos que quizás duden de mi indignación o mi descontento. Yo también estoy muy inflamado con la política y sistemas actuales, pero no me ha hecho falta el Twitter o el Facebook para salir a la calle, firmar mis hojas de firmas o abrir mi blog.

Mucha gente en mi entorno afirma aquello de que tristemente España empieza en los pirineos, y aunque por rabia, orgullo o ceguera no haya querido verlo, me temo que nos hemos retratado a nosotros mismos.

Chavales de 18 años nos daban hace unos meses lecciones de democracia a en Inglaterra, organizándose previamente las diferentes asociaciones convocantes, elaborando una serie de demandas, y manifestándose después. Los cafres han hecho sus cafradas, y los que tenían que detener y dar palos, lo han hecho. Cómo deben funcionan las democracias. Todo esto en un país donde la tasa de desempleo no llega al 8%.

Extraigo una conclusión muy positiva de todo esto, y es que la gente se haya despertado un poco. Se oyen frases con mucho sentido en boca de quien nunca te esperarías, como las de sindicatos independientes, no a más cargos públicos a dedo, reducción de administraciones... está claro que no son los funcionarios o asalariados de ningún partido muchos de los que están en la calle, aunque se oyen muchas consignas utópicas y caducas, pero quizá sean las que más derecho tienen a ser mencionadas, puesto que son los que han organizado esto.

Aunque tras convencerme que esto no es un movimiento partidista, me alegra mucho el punto anterior.( ¡Ya iba siendo hora, señores!). Hay mucho detrás del movimiento por lo que entristecerse.

Estamos luchando por una nueva democracia, y sin embargo no sabemos utilizar la que tenemos. Les pedimos una bici nueva a los Reyes pero aún no le hemos quitado los ruedines a la vieja que heredamos de nuestro hermano mayor.
Hay un amplísimo abanico de formas de protesta, y un abanico todavía más amplio de medidas y no-medidas muy concretas contra las que protestar. Hay partidos que ya proponen todas las ideas que han surgido hasta ahora en la acampada. No hay que irse a los verdes. Alternativa Española, UPyD, Comunistas o Izquierda Unida son claros ejemplos.También ha habido manifestaciones protestando contra el gobierno, legalización de Bildu, aborto, y otro largo etc. Pero no hemos sabido jugar a la democracia.

Ahora salimos a la calle a lo loco, como un Miura sale de toriles, contra el mundo, contra todo y todos. Pero me temo que antes que salga el torero al ruedo, Rubalcaba y su cuadrilla han sacado los capotes,( y no a la policía), y el toro pierde fuelle. Después vendrá el picador de las elecciones, nos dará un par de puyazos, y finalmente, el torero continuará con la faena hasta dar una buena estocada en 2012.

Acabamos de demostrar que somos una sociedad en pañales que tiene lo que se merece. El 21.3% de paro, ETA en las instituciones, sindicatos silenciados a golpe de talón, un estado desmembrándose poco a poco y unos gobernantes que nos lo hipotecan a pasos agigantados. Y hasta hace dos días aquí nadie (de los que se indignan ahora) ha dicho ni mu.

Si tuviese voto en esa asamblea, si pudiese aportar mi granito de arena. Si por lo que sea les interesase mi opinión, ésta es que toca recoger velas. Replegarse. Jugar a la democracia. Esperar a las elecciones y hacer las cosas bien. Manifestaciones bien organizadas. Con consignas y con demandas. Hojas de firmas y exigencias.
Exigencias reales, como la democracia que piden.

Demuestren que estamos más cerca de Europa que de África, que sí que estamos preparados para una democracia.



14 abr 2011

Señores, lo están haciendo mal

A algunos les tocó Formación del Espíritu Nacional. A los chavales de hoy en día les ha tocado educación para la ciudadanía, las “familias” y “matrimonios” modernos y demás aberraciones.

El convenio que me tocó a mí, la verdad universal que nos enseñaron, fue la Constitución. La Carta Magna. Ley de Leyes, que en un alarde de civismo, armonía y  saber estar, nos "otorgamos" –esto les encantaba- los españoles. Una lección de civilización, de sociedad madura. Una constitución en la que todos cedieron, y en la que todos salimos ganando… Una gran chapuza, como sólo sabemos hacer en España.
Y una gran chapuza, cuyas consecuencias estamos pagando, y seguiremos pagando.

La constitución nace con dos vías de agua, o más bien, con dos boquetes en la línea de flotación. El primero se llama autonomías, el segundo,  ley  D´Hont.
La primera es la semillita para alentar las aspiraciones de los caciquillos regionales, y la segunda, una vez alentadas éstas, la ayuda perfecta para poder chantajear al  gobierno de turno, en caso de que no tenga mayoría absoluta, cosa cada vez más difícil por la propia ley electoral.

Señores, lo están haciendo mal. Lo hicieron muy mal en su día, y siguen sin cambiar.

¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

Pues porque en España, aunque el deporte nacional sea la envidia, seguido muy de cerca por el amor por lo ajeno (más bien por lo de todos, con eso de que no es de nadie…), hay otro mal que hace incluso más daño que estos dos, y son los complejos.
No vaya a ser que piensen, no vaya a ser que digan… Unos por otros y la casa sin barrer. Cambien la ley electoral, pues gobiernan hipotecados, y además nos están hipotecando a todos.

Y mientras ustedes se acomplejan y amilanan, 17 caciquillos  autonómicos con sus reinos de taifas siguen a su vez sangrando a todos los españoles con sus mármoles, sus coches oficiales y sus delirios de grandeza. Y ya no sólo tenemos que pagar la corrupción a nivel nacional, sino que ahora también la de casa.
¡Pero habrá políticos honrados! Podrá pensar algún incauto. Pues en mi opinión, un presidente de comunidad autónoma con chófer a costa del contribuyente, ya no es que sea indecoroso, o un sinvergüenza, es que es un ladrón. ¿Ustedes lo han pensado fríamente?,¡ Pero quién se han creído que son! 

La última gran hazaña en mi tierra ha sido subastar el Audi A8 blindado de 480.000 euros que nos robó a todos el último presidente, para comprarse un Citroën, que es mucho más populista oiga. Pero eso sí, también con chófer, no vaya a ser.
El descontrol del gasto de las autonomías, retroalimentado, pues cuanto mayor es el poder que se cede a estos feudos, más difícil es el recorte de gasto a nivel nacional, se agrava cuando aparece el nacionalismo.

Y aquí hago un inciso. El nacionalismo, o más bien regionalismo, por alejarme del significado actual del primer término, no sólo no me parece mal en absoluto, sino que lo considero algo totalmente normal. Lo raro sería no buscar lo mejor para tu tierra, lo anormal es renegar de tus raíces.

Los principios del nacionalismo en España, con Cataluña y las Provincias Vascongadas en primer lugar, y siguiendo sus pasos Galicia, aun teniendo orígenes distintos, parten de ideas casi idénticas. Sostienen las tres sus “realidades diferenciales”, señalando sus derechos históricos las dos primeras, denunciando los abusos ésta última, las 3 con sus lenguas propias y al parecer sus costumbres y maneras, totalmente distintas de cualquier otro territorio peninsular.

Para referirme al nacionalismo hablaré del que conozco mejor, o del que me toca pagar a mí, que es el gallego.
Como he dicho antes, el regionalismo o nacionalismo, como idea, es perfectamente natural,  pero según la radicalidad con la que se profese puede pasar por todos los rangos: defendible, soy el primero que aprovecha cualquier oportunidad para promocionar la tierriña, si damos una vuelta de tuerca puede que empiece a chocar con algunos principios fundamentales del estado de derecho, como la igualdad de los españoles ante la ley o la solidaridad dentro de la nación, y el extremo en el que nos encontramos, se ha convertido en mi opinión, en la perversión absoluta de su idea original.

Lejos de convertirse en herramientas útiles para gestionar de forma más eficiente los recursos, estos nacionalismos se han vuelto pequeños cánceres, sanguijuelas del estado (sí, de nuestros impuestos), para desarrollar a nivel regional lo que mejor se les da a algunos; el enchufe, el amiguismo, la cacicada, el cazo va, cazo viene.

Lejos de fomentar el desarrollo de nuestra tierra, de comunicarla, venderla, abrirnos… están haciendo lo contrario.

Lejos de ayudar a una tierra teóricamente aislada y pobre (en el caso de Galicia), el nacionalismo se ha convertido en una losa que no hace sino aislar, y empobrecer la tierra que supuestamente defiende (no sólo en el caso de Galicia).

Como cualquier otro negocio, han encontrado su veta, su nicho de mercado. Todo el mundo tiene su público, como dice alguno. Y una vez más, la pescadilla que se muerde la cola. Una concesión en televisión, otra en educación, y tenemos el adoctrinamiento perfecto para crear 17 historias de España, 17 trajes a medida recién salidos del sastre y directamente a las urnas.

Y el problema se vuelve a agravar cuando desde el gobierno central la preocupación no es pararle los pies a este sinsentido, sino seguir trincando, cada uno a lo suyo. Vive y deja vivir. No vaya a ser que sea yo el que no tenga la mayoría y tenga que pedir algún favorcillo.

Llegados a este punto, la cuestión que me planteo es la siguiente. ¿Son malos, o son tontos?. ¿Lo de la independencia es de verdad?. ¿Se lo creen?.
¿No se dan cuenta que el baile de coches oficiales, helicópteros, sillas de 2000 euros y surtido de inauguraciones se les va a acabar?, ¿o es que aquí, maricón el ultimo?

Lo más grave es que no se están llevando el país por delante unicamente  en lo económico, sino que además lejos de buscar lo mejor para sus regiones, industria, comercio, turismo, cultura… están cerrando las puertas de su propia tierra, y negándonos oportunidades a sus paisanos con sus políticas lingüísticas sectarias y obsoletas, que además del indecente gasto que suponen, aíslan y alejan estas regiones del resto del país.

Me da pena que aquellos que se vanaglorian de defender su tierra, su pasado, sus orígenes, sean los que más daño le están haciendo a ésta, y es paradójico comprobar como ellos mismos con sus prácticas y costumbres se retratan, que aquí somos todos españoles, y al fin y al cabo, nos va lo que nos va.


27 mar 2011

De guerras e incoherencias

Normalmente tengo tendencia a llevar la contraria, o al menos cuando algo se da por supuesto, como mínimo me lo planteo.

Me sucedió en la anterior intervención militar, quiero decir, guerra, y me está pasando ahora. Estaba de acuerdo con la participación entonces, y me planteo la que se está llevando a cabo estos días.
Es curioso ver, sin embargo, el empecinamiento de algunos en buscar diferencias entre una y otra, en justificar sus incoherencias con razonamientos absurdos. Mi idea para este artículo era  en un principio desmontar todos esos argumentos vacíos tras los que se escudan ahora los que ya no llevan las famosas pegatinas, pero desde el periódico El Mundo me han pisado el tema del Blog con un artículo sensacional.


Especialmente recomendado en primer lugar, a las ratas mercenarias que intercambiaron en su día pancartas demagogas por cánones digitales y subvenciones varias, calaña a la que ya tenemos muy bien calada y de la que se espera bien poco, decirles además que esto que hacen,  (o aquello que hicieron) sí es hacer negocio con sangre.
También a  todo el rebaño que les siguió, a todos los que salieron a la calle “espontáneamente” a romperse la garganta con lemas tan aplicables hoy  como “no a la guerra”, “sangre en mi nombre no”, “no a la guerra por petróleo”, “la peor paz es mejor que la mejor de las guerras”, ¿dónde se esconden?  ¿Dónde está toda esa gente?

¡Salgan a la calle!, ¡Señores!,  ¡por favor!  Ahora dicen que no es lo mismo… La ONU y eso… ya.
A todos los de las pegatinas les recomiendo el artículo. Léanselo con calma. Reflexionen. Salgan a la calle con las mismas pegatinas, o agachen la cabeza,  pero no sigan defendiendo lo que no tiene defensa.

 Respecto a mi opinión en lo que a “intervenciones militares” se refiere,  creo que hay básicamente 3 razones por las que un país debe  involucrarse en una guerra. No, ninguna de ellas es que la desprestigiada, vieja,  indecisa e hipócrita ONU dé el beneplácito.
La primera es la defensa,  razón del ejército. Para repartir comidita hay otros organismos mucho mejor organizados, y además nacidos con ese fin. Entiendo la defensa como la respuesta tanto a ataques como a amenazas hacia un país.
La segunda razón, por la que en mi opinión debemos involucrarnos en cualquier conflicto es la de defender a nuestros aliados en caso de se vean atacados o amenazados, y éstos lo requieran.
La tercera y última es la colaboración con algún aliado, siempre que la causa que defienda  sea justa.

Las ayudas humanitarias me parecen una causa nobilísima pero déjenme ustedes que decida por mí mismo cuánto dinero dono y a quién.  Con mis impuestos quiero que se peguen tiros, si hay que pegarlos, no que se pongan tiritas.

Después de las revueltas en Libia, y cuando España y en Europa se consideraba la posibilidad de apoyar estas sublevaciones me pareció en primer lugar un incoherencia absoluta. No hay más que dar un pequeño repaso al álbum de fotos de Gadafi para ver lo grotesco de la situación. Considero lamentable la demonización de la noche a la mañana de un líder político y un régimen al que toda Europa ha respetado y con el que ha negociado.

Tanto en África como en oriente próximo sobran tiranos y dictadores que en su vida han oído hablar de nada parecido a derechos humanos y  sin embargo no creo que España tenga la más mínima responsabilidad, ni el deber de ejercer de ibertadores de ningún pueblo como se estila decir ahora. Bastantes problemas tenemos en casa.

El problema es el de siempre. Y por eso me resulta tan irónico no haber visto ni una sola pegatina.  La única razón que vincula a España y al resto de Europa con Libia y la única razón por la que hasta ahora se sostenían las relaciones con este país es la misma que sacó a millones de Españoles a la calle la última vez. El petróleo.

Un país con una dependencia energética del 77% no se puede permitir la inestabilidad de otro, cuando este último supone el 12,7% del petróleo importado y casi el 2% del gas natural.

Como he dicho antes, entre las causas que se deben contemplar para intervenir o declarar una guerra creo que no debe encontrarse la de ir liberando países del yugo de sus tiranos. Con profundizar un poco, sin embargo, nos damos cuenta que la causa que nos lleva a entrar en guerra con nuestro querido Gadafi es más energética que humanitaria.

Resulta que el dirigente con el que meses atrás se fotografiaban todos los líderes europeos está utilizando métodos un tanto desproporcionados para aplacar las revueltas en su país, es decir, para garantizar la estabilidad de un régimen que Europa ha respetado hasta ahora. Europa, para garantizar la estabilidad en un país cuyo régimen apoyaba… apoya a los rebeldes.

Quizá en el fondo sí tenga sentido. Una pseudo-democracia en Libia, afín a occidente y a quién seguir comprando petróleo  y vendiendo armamento.

¿Y el no a la guerra? Ahora los españoles tenemos cosas mucho más importantes por las que preocuparnos…  

¿A qué hora abre el INEM?

3 mar 2011

Privatización de AENA.

O de cómo entre todos vamos a pagar las aspiraciones nacionalistas de unos, y el despilfarro y las cacicadas políticas de otros.

AENA, Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea, nace en 1990 como un Ente público español cuyo papel, como todos sabemos, es básicamente la gestión aeroportuaria y el control aéreo en nuestro país.

En 2003 los resultados de AENA ascendían a  85,9 millones de euros,  pero una pésima gestión y  política de gasto a partir de 2004, debido principalmente a inversiones no rentables, sitúa la deuda actual de la empresa en torno a 12.000 millones de euros.

Todas estas inversiones se encuentran en la misma línea, que no es la de mantener los aeropuertos de que disponemos, mejorar los accesos a los mismos o renovarlos, sino la de dotar a cada pueblo o ciudad de España de su aeródromo particular.

Aquí es donde nace el debate. Por suerte AENA es rentable, es decir, lo sería con una gestión decente. Con las infraestructuras de que disponíamos hace 6 años, los ingresos que recaudaba la empresa eran mayores que los gastos que sus funciones originaban. Dicho de otro modo, los españoles que querían disfrutar de los servicios aeroportuarios, no tenían que pagar más que las tasas correspondientes.

Hasta este punto, yo soy partidario de que la intervención estatal se limite únicamente a aquellos servicios que por su elevado coste,  sea necesario acercar a los ciudadanos a un precio razonable, financiándolos mediante impuestos. 

Como no es el caso, debe ser el capital privado el que se ocupe de la gestión aeroportuaria, pues si por algo se caracteriza lo público es por su ineficiencia, y más en nuestro país. En mi opinión, por lo tanto, cuanto menos funcionario haya de por medio, mejor.

La labor de AENA puede ser desempeñada por un ente público, como es el caso, o por capital privado, como sucede en la mayoría de aeropuertos europeos. Esta empresa, rentable hasta hace no mucho,  ha sido víctima de una nefasta gestión, que la ha llevado del superávit a un endeudamiento en torno a los 12.000 millones de euros.  De este montante,  los sueldos de los controladores aéreos (la nada despreciable cifra de 400 millones de euros anuales), no suponen ni el 4%, contrariamente a lo que nos quería hacer creer hace poco algún ministro.  La inmensa mayoría se debe al despilfarro a costa del contribuyente, por 2 motivos principalmente:

El primero, saciar las aspiraciones nacionalistas de los cavernícolas de turno, que necesitan su aeródromo a menos de 50 kilómetros para poder viajar en Ryanair, a costa del bolsillo del contribuyente, y sentirse realizados con su barbita y sus gafas de pasta, o palestina y botas Chiruca en su defecto. Bastante más barato nos saldría a todos pagarle a alguno que otro un par de billetes, para que saliera un más poquito de casa antes de poner en sus manos el dinero público.
Ejemplo de ello son los 3 aeropuertos de Galicia, a menos de 100 kilómetros entre sí;  los aeropuertos de Vitoria, San Sebastián, Bilbao y Pamplona; o los de Barcelona, Gerona, Reus y Sabadell.

El segundo es la corrupción que sufre este país, las adjudicaciones a los amiguitos y la idea por parte de los políticos, que en su mayor parte ni han pasado por la empresa privada ni tienen dónde caerse muertos si se les acabase el chollo, de que el dinero público no es de nadie.
Volviendo a la gestión aeroportuaria por parte del capital privado, sin duda nos hubiéramos ahorrado llegar a esta situación, que a grandes rasgos es la siguiente:

La deuda de AENA ha sido financiada por bancos españoles e internacionales, (sobre 9000 millones los primeros y alrededor de 3000 estos últimos) que para mantener su liquidez han emitido deuda y obligaciones, vendida sin problemas en el mercado internacional, no precisamente por la solidez de la economía española, sino por lo tentador de esta golosina.

La mejor ocurrencia de este gobierno para el pago de la deuda es lo que todo comprador de las obligaciones anteriormente mencionadas puede esperar, es decir, la venta de hasta el 49% de AENA y el 30% de Loterías y Apuestas del Estado. Con esta fantástica maniobra, las arcas públicas ingresarían unos 14.000 millones de euros.

Esta medida, aparte de un despropósito por el hecho de dilapidar una empresa pública rentable, (malvender algo que pertenece a todos los españoles) no es una solución en sí, sino un parche, pues con ella no se consigue recuperar la rentabilidad de AENA, sino únicamente pagar la deuda contraída,  sin tomar medidas para zanjar una situación insostenible.
En el momento en que cada pueblo de España quiere tener su propio aeródromo, este sistema en el que con el dinero que generan los aeropuertos más transitados se financian aquellos con menos afluencia, pero necesarios para la cohesión territorial, no funciona.


Aquí surge otro debate. ¿Es volar un derecho? Creo que merece la pena recordar, pues a alguno en ocasiones se le olvida, que Ryanair no vuela gratis a cualquier aeródromo con billetes a 20 euros. Por ello, creo que debemos cerrar (previo examen de conciencia, dolor de los pecados, y sobre todo propósito de enmienda) todos los aeropuertos no rentables, salvo aquellos que constituyan una necesidad real para la cohesión territorial de lo que queda de nuestro país. Por volver a los ejemplos, remitiéndome a mi tierra,  en Galicia nos vendría muy bien cerrar 2 de los 3 aeródromos en favor de un aeropuerto,  y dedicar lo ahorrado a una buena comunicación de éste con las ciudades cercanas de mayor importancia.

Con todo lo expuesto anteriormente, creo que la solución no pasa por privatizar como se pretende la mitad de AENA, ni vender loterías para pagar los aires de grandeza de cuatro pueblerinos.
Cerrar los aeropuertos prescindibles, refinanciar la deuda, y sobre todo investigar la dirección y ejecución de ciertos proyectos y adjudicación de obras públicas me parece imprescindible.

Dicho todo esto, me ocupo ahora del tema que realmente me ha llevado a escribir este segundo artículo: la amenaza de una huelga en semana santa por parte de los controladores aéreos, ante los planes del gobierno de privatizar AENA.

Después de una huelga encubierta totalmente desconsiderada, oportunista,  y consecuencias especialmente negativas para el país por la situación en que se encuentra y las fechas en las que se produjo, amenazan con más.

Es una pena que os acordéis tan tarde. De hecho, creo que no os importa absolutamente nada que los 12.000 millones vayan a salir de nuestros impuestos, al fin y al cabo, es algo que un sector en el que el sueldo medio ronda los 200.000 euros anuales  se puede permitir. Es más, creo que habéis cavado vuestra propia tumba. La avaricia rompe el saco.

No hubo huelgas, ni protestas, ni siquiera una voz más alta que otra cuando se dilapidaba el dinero… como la vaca seguía dando leche... y ahora que le veis las orejas al lobo, huelga. Y nos llevamos por delante a quien haga falta.

Pues es una pena que vaya a ser así. Que vayáis a montar otra como la que montasteis, ahora que el país tiene otra pequeña oportunidad para recuperar el año con el turismo, pero en el fondo me alegro. Es una pena que no se hayan depurado responsabilidades de verdad el pasado Puente de la Constitución, que no hayáis pagado de vuestro bolsillo aunque fueran únicamente las indemnizaciones a los afectados, pero no pasa nada.

 Se acabó lo que se daba. Se acabaron las horas extras a precio de oro, el convocar oposiciones para los amiguitos con las plazas contadas y sin apenas antelación, se acabó el estrés, las bajas médicas… Me alegro mucho que se os cierre el chiringuito al gremio más egoísta, oportunista, endogámico, cínico, mentiroso, miserable e hipócrita de este país.

Y para que nadie se lleve a engaños, voy a hacer como un académico con el que simpatizo mucho; insultar con diccionario:

Egoísmo: Inmoderado y excesivo amor a si mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse de los demás.

Oportunismo: Actitud que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones.

Endogamia: Actitud social de rechazo a la incorporación de miembros ajenos al propio grupo o institución.

Cinismo: Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.

Mentira: Expresión o manifestación contraria a lo que se sabe, se opina o se piensa.

Miserable: Mezquino, falto de nobleza de espíritu.

Hipocresía: Fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que realmente se tienen o experimentan.



17 feb 2011

Propiedad Intelectual

Los tiempos cambian, la tecnología avanza, Malthus se equivocó. Después de Malthus hubo otros que también se equivocaron: “Los tractores están dejando sin trabajo a nuestros campesinos”.
En realidad, no se equivocaron. Estaban en lo cierto. Los tractores estaban dejando  sin trabajo a sus campesinos.
Gracias a Dios, el gobierno de entonces no se debía a la sociedad general de campesinos y empacadores, ni temía que ésta (en este blog seguirá llevando tilde) le retirase su apoyo incondicional. No consiguieron prohibir los tractores. A la SCAE no le quedó más remedio que adaptarse a los tiempos: aprender a hacer tractores, a conducirlos y a repararlos. Al final la amenaza resultó ser una oportunidad, y con un poco de esfuerzo, pues el modernizarse con los tiempos lo requiere, no sólo aumentó el  trabajo, sino también la productividad.

Internet es una herramienta de comunicación utilísima, surgida a partir de tecnología militar, que actualmente disfrutan miles de millones de personas. Pero molesta. Amenaza.
Las grandes productoras de cine han tomado el relevo a los campesinos, pero ahora éstas sí ejercen presión sobre su gobierno para que vele por sus intereses frente a los del resto de ciudadanos. Y su gobierno cede. Y además de hacerlo, censurando un medio tan rico como es internet, presiona a otros países para que hagamos lo propio. 
En España, la situación de sumisión llega a tal extremo que el gobierno obliga a los ciudadanos a pagar a la sociedad general de autores y editores una determinada cantidad por la compra de grabadoras, soportes (CD,DVD), impresoras, teléfonos móviles, reproductores…
Ante esta situación, no puedo menos que descargar cine español, aunque sea únicamente por quedar en paz con estos ladrones.

En cuanto a las consideraciones éticas del asunto, la RAE define la piratería como el “robo de los bienes de alguien”. Los guiris, que del asunto saben un rato, ya contemplan una segunda acepción aparte de la siguiente: ”the practice of attacking and robbing ships at sea”, que es esta otra: ”the unauthorized use or reproduction of another's work”, pero claro, éstos no tienen ninguna institución que limpie, fije, ni de esplendor, con lo cual, cualquiera se fía.

Considerar robo de los bienes de alguien el uso o reproducción de una película obtenida en internet me parece un exceso, sin embargo, y aunque las presiones de la industria por blindar su sector en Estados Unidos, y por humillar al consumidor adicionalmente en España justifiquen con creces -en mi opinión- cualquier tipo de descarga, el acto en sí me parece moralmente reprobable. Moralmente. Reprobable.
 De estas dos últimas palabras a estas dos: “legalmente” y “sancionable”, hay un trecho y se llama censura. Y esto me remite al principio de este artículo. ¿El tractor dejaba sin trabajo a los campesinos?

Dicho todo lo anterior, no me niego a la regulación. El uso indiscriminado del fruto del trabajo y esfuerzo de su creador, los cineastas en este cas,o no me parece correcto, y sí estaría de acuerdo en poner ciertas cotas a la distribución masiva y gratuita de algunos contenidos. En lo que no estoy de acuerdo es en que una indocumentada,  cumpliendo órdenes y sin ningún  criterio ni debate previo se aventure a proponer leyes, con el ánimo no de controlar la distribución de archivos sino el cierre de medios de comunicación saltándose el sistema judicial. Eso también se llama censura.

La empresa del cine, hablando en términos generales, debe centrar sus esfuerzos en adaptarse a un cambio que es inevitable. Por mucho baluarte que pretendan construir, llega un momento en que, entendiendo que no es viable acabar con internet, y puesto que “hecha la ley, hecha la trampa” surgirán nuevas plataformas o medios desde los que acceder al cine o a los contenidos deseados.
Ver la amenaza como una oportunidad es en mi opinión, el cambio que debe plantearse la industria.
Asumir que los soportes físicos (cd, vinilo) no están en absoluto en declive sino lo contrario,( como sucede con la música) y que conviven con los nuevos soportes digitales, es necesario para abrirse al nuevo mercado a un precio razonable. Éste, por ser su demanda potencial tan grande, no tiene porqué ser menor en absoluto, ni menos rentable que el actual.

En el ámbito español el sector está muy mal acostumbrado. Hay ciertas medidas que en mi opinión aliviarían el sector y rebajarían el precio de la cultura (Considerando el cine como tal), tanto a la hora de consumirla, como a la de financiarla.
Las cuotas de pantalla, en un intento inicial proteccionista allá por los 80 carecen de sentido en la actualidad. Señores, actualícense. Si los cines tienen sus salas medio vacías debito a una obligación estatal de reproducir cierta cuota de cine nacional es normal que eleven los precios del resto de películas. Si además, bajásemos los impuestos, mejor.
Las subvenciones son absurdas entendidas como el pago a un grupo de influencia afín al gobierno, o como una promesa de pago a un grupo afín a la oposición, no tiene sentido. Si convertimos estas subvenciones en créditos, ya se ocuparán los cineastas, por la cuenta que les trae, de que su producto valga la pena. De esta manera, ya no sería necesario obligar a nadie que su negocio sea improductivo.
Retirar los privilegios a la Sociedad de autores quizá ayude a mejorar su imagen. Además si el ciudadano efectuara un único pago por sus productos y no tres (subvenciones, canon, y precio final) seguramente se viera alentado a consumirlos.

Por último, en referencia a los recientes acontecimientos, y aunque ha recibido muchas críticas en mi entorno, rompo desde aquí una lanza en favor de Alex de la Iglesia.
En
primer lugar me parece un señor coherente y sensato. Se había formado su opinión, y no dudó en retractarse cuando así lo consideró oportuno. Además, aunque sólo sea por dimitir por sus ideales  o por no creer en lo que hace, en este país le debemos como mínimo un respeto.
Respecto a su discurso, me han gustado los puntos que ha señalado. “juntos”, “cambio”. 

Va tocando…