17 feb 2011

Propiedad Intelectual

Los tiempos cambian, la tecnología avanza, Malthus se equivocó. Después de Malthus hubo otros que también se equivocaron: “Los tractores están dejando sin trabajo a nuestros campesinos”.
En realidad, no se equivocaron. Estaban en lo cierto. Los tractores estaban dejando  sin trabajo a sus campesinos.
Gracias a Dios, el gobierno de entonces no se debía a la sociedad general de campesinos y empacadores, ni temía que ésta (en este blog seguirá llevando tilde) le retirase su apoyo incondicional. No consiguieron prohibir los tractores. A la SCAE no le quedó más remedio que adaptarse a los tiempos: aprender a hacer tractores, a conducirlos y a repararlos. Al final la amenaza resultó ser una oportunidad, y con un poco de esfuerzo, pues el modernizarse con los tiempos lo requiere, no sólo aumentó el  trabajo, sino también la productividad.

Internet es una herramienta de comunicación utilísima, surgida a partir de tecnología militar, que actualmente disfrutan miles de millones de personas. Pero molesta. Amenaza.
Las grandes productoras de cine han tomado el relevo a los campesinos, pero ahora éstas sí ejercen presión sobre su gobierno para que vele por sus intereses frente a los del resto de ciudadanos. Y su gobierno cede. Y además de hacerlo, censurando un medio tan rico como es internet, presiona a otros países para que hagamos lo propio. 
En España, la situación de sumisión llega a tal extremo que el gobierno obliga a los ciudadanos a pagar a la sociedad general de autores y editores una determinada cantidad por la compra de grabadoras, soportes (CD,DVD), impresoras, teléfonos móviles, reproductores…
Ante esta situación, no puedo menos que descargar cine español, aunque sea únicamente por quedar en paz con estos ladrones.

En cuanto a las consideraciones éticas del asunto, la RAE define la piratería como el “robo de los bienes de alguien”. Los guiris, que del asunto saben un rato, ya contemplan una segunda acepción aparte de la siguiente: ”the practice of attacking and robbing ships at sea”, que es esta otra: ”the unauthorized use or reproduction of another's work”, pero claro, éstos no tienen ninguna institución que limpie, fije, ni de esplendor, con lo cual, cualquiera se fía.

Considerar robo de los bienes de alguien el uso o reproducción de una película obtenida en internet me parece un exceso, sin embargo, y aunque las presiones de la industria por blindar su sector en Estados Unidos, y por humillar al consumidor adicionalmente en España justifiquen con creces -en mi opinión- cualquier tipo de descarga, el acto en sí me parece moralmente reprobable. Moralmente. Reprobable.
 De estas dos últimas palabras a estas dos: “legalmente” y “sancionable”, hay un trecho y se llama censura. Y esto me remite al principio de este artículo. ¿El tractor dejaba sin trabajo a los campesinos?

Dicho todo lo anterior, no me niego a la regulación. El uso indiscriminado del fruto del trabajo y esfuerzo de su creador, los cineastas en este cas,o no me parece correcto, y sí estaría de acuerdo en poner ciertas cotas a la distribución masiva y gratuita de algunos contenidos. En lo que no estoy de acuerdo es en que una indocumentada,  cumpliendo órdenes y sin ningún  criterio ni debate previo se aventure a proponer leyes, con el ánimo no de controlar la distribución de archivos sino el cierre de medios de comunicación saltándose el sistema judicial. Eso también se llama censura.

La empresa del cine, hablando en términos generales, debe centrar sus esfuerzos en adaptarse a un cambio que es inevitable. Por mucho baluarte que pretendan construir, llega un momento en que, entendiendo que no es viable acabar con internet, y puesto que “hecha la ley, hecha la trampa” surgirán nuevas plataformas o medios desde los que acceder al cine o a los contenidos deseados.
Ver la amenaza como una oportunidad es en mi opinión, el cambio que debe plantearse la industria.
Asumir que los soportes físicos (cd, vinilo) no están en absoluto en declive sino lo contrario,( como sucede con la música) y que conviven con los nuevos soportes digitales, es necesario para abrirse al nuevo mercado a un precio razonable. Éste, por ser su demanda potencial tan grande, no tiene porqué ser menor en absoluto, ni menos rentable que el actual.

En el ámbito español el sector está muy mal acostumbrado. Hay ciertas medidas que en mi opinión aliviarían el sector y rebajarían el precio de la cultura (Considerando el cine como tal), tanto a la hora de consumirla, como a la de financiarla.
Las cuotas de pantalla, en un intento inicial proteccionista allá por los 80 carecen de sentido en la actualidad. Señores, actualícense. Si los cines tienen sus salas medio vacías debito a una obligación estatal de reproducir cierta cuota de cine nacional es normal que eleven los precios del resto de películas. Si además, bajásemos los impuestos, mejor.
Las subvenciones son absurdas entendidas como el pago a un grupo de influencia afín al gobierno, o como una promesa de pago a un grupo afín a la oposición, no tiene sentido. Si convertimos estas subvenciones en créditos, ya se ocuparán los cineastas, por la cuenta que les trae, de que su producto valga la pena. De esta manera, ya no sería necesario obligar a nadie que su negocio sea improductivo.
Retirar los privilegios a la Sociedad de autores quizá ayude a mejorar su imagen. Además si el ciudadano efectuara un único pago por sus productos y no tres (subvenciones, canon, y precio final) seguramente se viera alentado a consumirlos.

Por último, en referencia a los recientes acontecimientos, y aunque ha recibido muchas críticas en mi entorno, rompo desde aquí una lanza en favor de Alex de la Iglesia.
En
primer lugar me parece un señor coherente y sensato. Se había formado su opinión, y no dudó en retractarse cuando así lo consideró oportuno. Además, aunque sólo sea por dimitir por sus ideales  o por no creer en lo que hace, en este país le debemos como mínimo un respeto.
Respecto a su discurso, me han gustado los puntos que ha señalado. “juntos”, “cambio”. 

Va tocando…

Bienvenido a bordo, lector

Aquí comienzo mi travesía, empujado por ciertos cambios en los que me he visto inmerso últimamente, así como por el interés de no pocos en que deje de utilizar las redes sociales como panfletos propagandísticos.
Intentaré escribir, juzgar y opinar con la mayor coherencia posible, pues creo que es una virtud que merece la pena cultivar.
Espero disfruten de este espacio.