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27 may 2011

Spanish Revolution II

Son muchos y muy variados los indicadores del desarrollo: desde la altura de la población o la esperanza de vida  hasta la velocidad de internet o el precio de la telefonía móvil, pasando por un abanico amplísimo de ejemplos relacionados con todo tipo de temas.


El grado de “civilización” de una sociedad se torna, sin embargo, un tanto más difícil de mesurar. Para algunos la elección del primer presidente negro por parte de los Estados Unidos de América es un claro ejemplo de esto; otros lo encuentran en la entereza de la sociedad japonesa ante el terremoto y posterior tsunami que ha azotado su país no hace mucho; y, a tenor de los últimos acontecimientos, más de una voz se ha alzado señalando la acampada de Sol como una  lección de civilización por parte de los españoles.


En mi opinión, una sociedad es o está tanto más civilizada cuanto mayor sea el número de instituciones entre el Estado y la persona, es decir, cuanto mejor se organicen sus ciudadanos al margen de papá Estado. A medida que el número de instituciones aumente, consecuencia por supuesto del mayor interés de los ciudadanos por su entorno,  menor será y más controlado estará el papel del Estado, pues son los propios ciudadanos, juntos y organizados, los que consiguen llegar donde el individuo por sí solo no alcanza, liberando, así, al Estado de ciertas tareas y al ciudadano de la carga fiscal derivada de éstas.


Las recientes acampadas y protestas llegan tarde. Más de un personaje público al que admiro y respeto ha  apoyado fervientemente estas revueltas, señalándolas como ejemplo y animando a la población a "resistir". No comparto su opinión. Extraigo una conclusión positiva de los recientes acontecimientos, pero es sólo el primer paso: no son las formas, ni es el momento y mucho menos el lugar, y por todo lo expuesto en el artículo anterior, pienso también que no sólo son el fruto de una España harta y humillada, sino también de una España desinformada que vive de espaldas a la política y por lo tanto a su país.


“Esta concentración no es política, sino social”, decía alguno. Quizá sea cierto, pero ello no significa que sea bueno. Pedir una vivienda digna o un trabajo es como bailar la danza de la lluvia. El proceso es más lento que eso; una carrera de fondo.


En un país donde el periódico más leído es Marca, -sin que yo tenga nada en contra de Marca-, no podemos pretender cambiar todo de la noche a la mañana. Salir a una plaza como ciervos en berrea está muy bien; es sin duda el primer paso y un toque de atención: ¡Ya está bien! Pero no es suficiente.

Se ha despertado un país absolutamente dormido y sin el menor interés por la política, y ha pasado del todo a la nada en apenas tres días. Señores, llevamos ocho años hundiéndonos lenta y progresivamente, si es que alguna vez conseguimos reflotar, y aquí nadie ha dicho esta boca es mía.


Debemos tener a nuestros políticos en jaque todo el año. Espero que esta sea la semillita que haga crecer el interés de España por sí misma. De no ser así, habrá quedado todo en agua de borrajas. 


20 may 2011

"Spanish Revolution"

Me equivoqué. Puede que a alguno le sorprenda, pero no tengo problema en reconocerlo abiertamente. Lo que en primer término en mi opinión parecía otra artimaña más de los siempre (ceja, SGAE, sindicatos, y demás colectivos a merced del gobierno), parece que no esconde nada más que el movimiento antisistema que se asentó en un principio en sol, en todo caso Izquierda Unida, seguido eso sí, por miles de personas de todas las ideologías hasta el día de hoy.

Todo indica que efectivamente lo que se conoce como Spanish Revolution no es más que el fruto de la indignación de miles de personas que se han echado a la calle con el detonante común de los primeros antisistema que acamparon en la plaza mayor.

El problema, pues está siendo un problema, estriba en mi opinión en que los derechos llevan aparejados deberes, esto significa, para pedir, exigir, hay que ofrecer, dar. Esto no es Libia, ni Egipto.

En España hay herramientas democráticas de sobra para organizar una protesta, sea una huelga, una manifestación, una sentada o una recolección de firmas. Y el estado establece unas normas para así hacerlo. Lamento que los que reivindican una nueva democracia no sepan respetar ni utilizar la que tienen. Y ahora no me refiero sólo a los que llevan la voz cantante, aunque no haya ni un líder ni portavoz, sino a  los que a día de hoy siguen en la plaza.

Me remito a mi artículo anterior, escrito hace un mes, para aquellos que quizás duden de mi indignación o mi descontento. Yo también estoy muy inflamado con la política y sistemas actuales, pero no me ha hecho falta el Twitter o el Facebook para salir a la calle, firmar mis hojas de firmas o abrir mi blog.

Mucha gente en mi entorno afirma aquello de que tristemente España empieza en los pirineos, y aunque por rabia, orgullo o ceguera no haya querido verlo, me temo que nos hemos retratado a nosotros mismos.

Chavales de 18 años nos daban hace unos meses lecciones de democracia a en Inglaterra, organizándose previamente las diferentes asociaciones convocantes, elaborando una serie de demandas, y manifestándose después. Los cafres han hecho sus cafradas, y los que tenían que detener y dar palos, lo han hecho. Cómo deben funcionan las democracias. Todo esto en un país donde la tasa de desempleo no llega al 8%.

Extraigo una conclusión muy positiva de todo esto, y es que la gente se haya despertado un poco. Se oyen frases con mucho sentido en boca de quien nunca te esperarías, como las de sindicatos independientes, no a más cargos públicos a dedo, reducción de administraciones... está claro que no son los funcionarios o asalariados de ningún partido muchos de los que están en la calle, aunque se oyen muchas consignas utópicas y caducas, pero quizá sean las que más derecho tienen a ser mencionadas, puesto que son los que han organizado esto.

Aunque tras convencerme que esto no es un movimiento partidista, me alegra mucho el punto anterior.( ¡Ya iba siendo hora, señores!). Hay mucho detrás del movimiento por lo que entristecerse.

Estamos luchando por una nueva democracia, y sin embargo no sabemos utilizar la que tenemos. Les pedimos una bici nueva a los Reyes pero aún no le hemos quitado los ruedines a la vieja que heredamos de nuestro hermano mayor.
Hay un amplísimo abanico de formas de protesta, y un abanico todavía más amplio de medidas y no-medidas muy concretas contra las que protestar. Hay partidos que ya proponen todas las ideas que han surgido hasta ahora en la acampada. No hay que irse a los verdes. Alternativa Española, UPyD, Comunistas o Izquierda Unida son claros ejemplos.También ha habido manifestaciones protestando contra el gobierno, legalización de Bildu, aborto, y otro largo etc. Pero no hemos sabido jugar a la democracia.

Ahora salimos a la calle a lo loco, como un Miura sale de toriles, contra el mundo, contra todo y todos. Pero me temo que antes que salga el torero al ruedo, Rubalcaba y su cuadrilla han sacado los capotes,( y no a la policía), y el toro pierde fuelle. Después vendrá el picador de las elecciones, nos dará un par de puyazos, y finalmente, el torero continuará con la faena hasta dar una buena estocada en 2012.

Acabamos de demostrar que somos una sociedad en pañales que tiene lo que se merece. El 21.3% de paro, ETA en las instituciones, sindicatos silenciados a golpe de talón, un estado desmembrándose poco a poco y unos gobernantes que nos lo hipotecan a pasos agigantados. Y hasta hace dos días aquí nadie (de los que se indignan ahora) ha dicho ni mu.

Si tuviese voto en esa asamblea, si pudiese aportar mi granito de arena. Si por lo que sea les interesase mi opinión, ésta es que toca recoger velas. Replegarse. Jugar a la democracia. Esperar a las elecciones y hacer las cosas bien. Manifestaciones bien organizadas. Con consignas y con demandas. Hojas de firmas y exigencias.
Exigencias reales, como la democracia que piden.

Demuestren que estamos más cerca de Europa que de África, que sí que estamos preparados para una democracia.